jueves, 19 de febrero de 2009

¿Que hace especial a la leche materna?

Información Especial
Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 18 Numero 3 Año 2006
¿Qué hace especial a la leche materna?
(Why breast milk is so special?)
La razón más común por la cual las madres deciden amamantar, es porque saben que la leche materna es el mejor alimento para sus bebés. La leche materna contiene células vivas, como las de la sangre. Algunos de sus componentes realzan los efectos de otros de manera que sus ingredientes trabajan juntos. Por el contrario, sólo un pequeño porcentaje de los ingredientes presentes en las leches de fórmula se absorbe y la mezcla de estos ingredientes no garantiza que actúen unidos como ocurre en la leche humana.

La leche materna está diseñada para los bebés
La leche humana es específica para la especie. La leche de cada mamífero se ha adaptado para darle a las crías lo que necesitan para garantizar su supervivencia y permitir su óptimo desarrollo. La leche de algunas especies es relativamente alta en grasa para favorecer la formación de una gruesa capa de grasa corporal, mientras que la de otras tiene un contenido alto de proteína que se utiliza para un rápido crecimiento y maduración. Aquellas especies que necesitan fuentes disponibles de azúcar para satisfacer las necesidades de sus cerebros en rápido crecimiento, tienen leches con contenidos altos de carbohidratos. Los humanos son los mamíferos con el crecimiento y desarrollo más lento, pero con el cerebro más avanzado, así que tiene sentido que la leche humana tenga un contenido bajo de proteína y alto de carbohidratos.
La leche materna contiene niveles de vitaminas y minerales apropiados para el bebé sano, nacido a término. Es siempre cambiante: del comienzo de una lactada a su final, de toma a toma, y de día a día. Algunos de los cambios en la leche materna son estimulados por señales dadas por el bebé. Cuando la madre sigue las señales de su bebé, puede estar segura de que él se beneficiará de todos estos cambios. Por ejemplo, si la leche que recibe en una toma particular es baja en grasa (la grasa es el componente más variable de la leche materna), el bebé sentirá hambre más temprano. Si sus señales son respondidas y recibe su próxima toma muy cerca de la anterior, la leche más alta en grasa que recibirá (el contenido de grasa aumenta cuando el seno está menos lleno) asegurará que la ingesta total sea la adecuada.

Composición de la leche en varios mamíferos
Especie %proteína % grasa % carbohidratos
Humanos 1.1 4.5 6.8
Vacas 3.6 3.5 4.7
Cabras 3.1 3.5 4.6
Ratas 11.3 14.8 2.9
Focas 11.2 53.2 2.6
Cerdos 5.8 8.2 4.8
Elefantes 4.9 15.0 3.4
Micos 1.7 1.2 6.9
Fuente: Composición de la leche, Walter L. Hurley, Universidad de Illinois, Urbana-Champaign. http://clases.aces.uiuc.edu/AnSci308/Milkcompsynth/milkcomp_table.html

La leche materna tiene propiedades anti-infecciosas
Las madres que amamantan notan que sus bebés se enferman con menor frecuencia que aquellos que no son amamantados. La leche humana provee diferentes tipos de defensa contra las enfermedades, incluyendo anticuerpos contra patógenos específicos. Contiene así mismo lactoferrina que, aparte de ser la fuente de hierro para los bebés amamantados, parece poseer propiedades antibacteriales y antivirales. Otros componentes de la leche materna protegen a los bebés a nivel molecular, ya que su forma impide el acceso de ciertos patógenos.
Debido a las cualidades protectoras de la leche materna, los bebés que no son amamantados tienen más visitas a las salas de emergencia, hospitalizaciones y tratamientos con antibióticos. Su efecto protector se extiende más allá del destete. La leche humana ofrece protección inmunológica contra muchas enfermedades crónicas. De acuerdo con Resultados de la lactancia versus alimentación con fórmula recopilados por Gina Wall (MN, IBCLC) y Jon Ahrendsen (MD, FAAFP), la alimentación con leche humana está asociada con menor riesgo de las siguientes enfermedades: diabetes, esclerosis múltiple, síndrome de muerte súbita, cáncer infantil, enfermedad tiroidea autoinmune, apendicitis, osteoporosis, enfermedad cardiovascular, enfermedad helicobacterial del píloro (asociada con úlceras gástricas),enfermedad de Crohn, colitis, artritis reumatoidea juvenil, obesidad, tonsilitis, alergias, enfermedad atópica y asma . Aunque las teorías abundan, el mecanismo de estos beneficios inmunológicos a largo plazo aún no es claro.
La leche humana contiene componentes bioactivos que mejoran el crecimiento y desarrollo de los bebés humanos.
Una hormona gastrointestinal, la colecitosquinina (CCK) brinda la sensación de saciedad y bienestar. Durante la succión, la CCK liberada tanto en la madre como en el bebé, produce somnolencia. En el bebé la CCK se eleva en dos oportunidades. La primera elevación ocurre inmediatamente termina la toma y es probablemente inducida por la succión; la segunda ocurre 30 a 60 minutos más tarde debido a la presencia de leche en el tracto intestinal del bebé. La caída de los niveles de CCK 10 minutos después de terminada la toma puede ser una oportunidad para despertar al bebé y ofrecerle el otro seno o permitirle reiniciar la succión y recibir así la leche rica en grasa. Esperar 30 minutos después de la toma antes de acostar al bebé y así aprovechar el segundo pico de CCK, puede ayudar al bebé mantenerse dormido.

La leche humana contiene ácidos grasos esenciales
Los ácidos grasos esenciales presentes en la leche materna optimizan la función cognitiva y la visión del bebé. Algunos estudios han demostrado que bebés prematuros a los que se administró leche materna a través de sonda eran, a los 18 meses y a los 6 ó 7 años, más avanzados en su desarrollo que aquellos con edad gestacional y peso al nacer comparables, a los cuales se alimentó con fórmula.
Estas observaciones hacen pensar que la leche materna tiene un impacto significativo en el desarrollo del sistema nervioso central. Los bebés amamantados poseen, así mismo, mayor agudeza visual. Estos beneficios pueden ser atribuidos a la presencia en la leche materna de largas cadenas de ácidos grasos poliinsaturados.
Aunque algunas leches de fórmula han añadido recientemente estos elementos, se desconoce si tendrán efectos similares a largo plazo.
Las hormonas, células vivas antibacteriales y antivirales y los ácidos grasos esenciales, son sólo algunas de las razones por las cuales la leche materna es ampliamente superior. Es realmente una sustancia única que no puede ser copiada artificialmente.
Problema de salud Duración mínima Duración de la protección Fuente de la lactancia Diarrea 13 semanas 7 años Howie 1990 Otitis media 4 meses 3 años Duncan et al. 1993 Infecciones respiratorias 15 semanas 7 años Wilson et al. 1998 Bronquitis sibilante 6-7 años Burr et al.1993; Porro et al. 1994 Influenza hemofilus tipo b 10 años Silfverdal et al. 1997 Enfermedad de Hoggkings 6 meses Sin especificar Davis, 1998 Fuente: Riordan 2005
Sally Myer Nebraska, Estados Unidos
Traducido por Bárbara de Zuleta de New Beginnings, abril de 2006, publicación de La Leche League, Illinois, Estados Unidos. El artículo había sido publicado originalmente en la Carta de Líderes del Área de Nebraska, Estados Unidos.
Bibliografía
Lawrence, R y Lawrence, R. Breastfeeding; A Guide for Medical Professional. St. Louis: Mosby. 2005.
Riordan, J. Breastfeeding and Human Lactation. Sudbury: Jones and Bartlett 2005.

Mitos y verdades

Mitos falsos sobre la lactancia
(Breastfeeding False Myths)
Por Lisa Marasco
Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 17 Numero 4 Año 2005
A lo largo y ancho del mundo existen ideas, concepciones o certezas acerca del manejo de la lactancia. Unas apoyan a las madres, las dignifican en su quehacer, otras entorpecen el desarrollo de la lactancia o lo truncan tempranamente y al final afectan la salud y sano desarrollo de los bebés, a la vez que llenan de incertidumbre a sus madres. Escogimos algunos mitos que comentamos para tranquilidad de las familias.
Mito 1: Amamantar frecuentemente al niño reduce la producción de leche, produce un reflejo de eyección débil y el fracaso de la lactancia
Realidad: La cantidad de leche que una madre produce llega a su punto óptimo cuando se le permite al niño sano amamantar tantas veces como lo necesite. El reflejo de eyección de la leche opera más fuertemente en presencia de un buen suministro de leche, que normalmente ocurre cuando se alimenta al niño a demanda, es decir, sin imponer horarios.
Mito 2: Una madre necesita amamantar únicamente de cuatro a seis veces cada 24 horas para mantener una buena cantidad de leche.
Realidad: Los estudios científicos demuestran que cuando una madre amamanta frecuentemente desde que nace el niño, con un promedio de 9,9 veces cada 24 horas durante los primeros 15 días, su producción de leche es mayor, el niño aumenta mejor de peso y la madre amamantará durante un período de tiempo más largo. La producción de la leche ha demostrado estar relacionada con la frecuencia de las tomas. La cantidad de leche empieza a disminuir cuando las tomas son poco frecuentes o restringidas. No hay que olvidar que muchos bebés recién nacidos comen cada hora y media o cada dos horas, lo cual es normal y frecuente.
Mito 3: Los niños obtienen toda la leche que necesitan durante los primeros cinco a diez minutos de mamar.
Realidad: Aunque muchos bebés mayorcitos pueden tomar la mayor parte de su leche en los primeros cinco a diez minutos, esto no es generalizable a todos los niños. Los recién nacidos, que apenas están aprendiendo a mamar, no siempre son tan eficientes al pecho y a menudo requieren mucho más tiempo para comer. Poder mamar también depende del reflejo de bajada de la leche materna . Aunque a muchas madres les baja la leche casi inmediatamente, a otras no les sucede igual. En algunas mujeres, la bajada de la leche es escalonada, tiene lugar varias veces durante una sola toma. En vez de adivinar, es mejor permitir que el niño mame hasta que muestre señales de satisfacción, tales como soltarse él solo o tener los brazos y las manos relajados.
Mito 4: Las madres lactantes deben espaciar las tomas para que puedan llenársele los pechos.
Realidad: Cada pareja madre/hijo es única y diferente. El cuerpo de una madre lactante siempre está produciendo leche. Sus senos funcionan en parte como "depósitos de reserva", algunos con mayor capacidad que otros. Cuanto más vacío esté el pecho, más rápido trabajará el cuerpo para reabastecerlo. Cuanto más lleno esté el pecho, más lenta será la producción de leche. Si una madre espera sistemáticamente a que se le "llenen" los pechos antes de amamantar, su cuerpo puede recibir el mensaje de que está produciendo demasiada leche y, por tanto, reducir la producción.
Mito 5: A las ocho semanas de edad el niño sólo necesita entre seis y ocho tomas de leche materna; a los tres meses sólo requiere de cinco a seis tomas; y a los seis meses, no más de cuatro o cinco tomas al día.
Realidad: La frecuencia de las tomas del niño alimentado al pecho varía de acuerdo con varios factores: la producción de leche de la madre y su capacidad de almacenamiento (las madres con más pecho en general tienen mayor capacidad de almacenamiento), así como con las necesidades de crecimiento del niño. Los días en que se producen picos de crecimiento (días de mayor frecuencia) o el pequeño está enfermo, pueden cambiar temporalmente los patrones alimenticios del bebé. Es importante tener en cuenta que el consumo calórico del niño aumenta al final de la toma, así que imponer límites arbitrarios sobre la frecuencia o duración de las tomas puede desembocar en un consumo demasiado bajo de calorías por parte del niño.
Mito 6: Es la cantidad de leche que el niño consume, no si es leche materna o de fórmula, lo que determina cuánto tiempo aguanta un niño entre dos tomas.
Realidad: Los niños amamantados vacían el estómago más rápidamente que los niños alimentados con biberón: aproximadamente en 1,5 horas en vez de hasta 4 horas. Esto se debe al tamaño mucho menor de las moléculas de las proteínas que forman parte de la leche materna y las cuales se digieren con mayor rapidez. Aunque la cantidad de leche que se consume es uno de los factores que determinan la frecuencia de las tomas, el tipo de leche es de igual importancia. Los estudios antropológicos de las leches producidas por los diversos tipos de mamíferos confirman que los bebés humanos están diseñados para recibir alimento con frecuencia y que así lo han hecho a través de la historia.
Mito 7: Nunca despiertes al niño que duerme.
Realidad: Aunque es verdad que la mayoría de los niños indican cuándo tienen hambre, es posible que los recién nacidos no se despierten tan a menudo como lo necesitan, por lo que hay que despertarlos para que coman por lo menos ocho veces cada 24 horas. Quizá no se despiertan a causa de los medicamentos que recibió la madre durante el parto, por ictericia, trauma, chupete de entretención, medicamentos maternos o comportamiento introvertido por parte de los niños a los que se les hace esperar cuando dan señales de hambre. Además, las madres que quieran aprovechar la infertilidad natural que produce la amenorrea durante la lactancia comprobarán que el regreso de la menstruación se demora más cuando el niño sigue mamando de noche.
Mito 8: El metabolismo del niño se encuentra desorganizado al nacer y requiere que se le imponga una rutina u horario para ayudar a resolver esta desorganización.
Realidad: Los niños nacen programados para comer, dormir y tener períodos de vigilia. No es un comportamiento desorganizado, sino un reflejo de las necesidades únicas de cada recién nacido. Con el transcurso del tiempo los bebés se adaptan gradualmente al ritmo de vida de su nuevo ambiente sin precisar entrenamiento ni ayuda.
Mito 9: Las madres lactantes deben ofrecer a su bebé siempre ambos pechos en cada toma.
Realidad: Es mucho más importante dejar que el niño termine de tomar del primer lado antes de ofrecer el segundo, aunque esto signifique que rechace el segundo lado durante esa toma. La última leche (que contiene más calorías) se obtiene gradualmente conforme se va
vaciando el pecho. Sucede a algunos niños, si se les cambia de lado de forma prematura, que se llenarán de la leche primera, más baja en calorías, en vez de obtener el equilibrio natural entre la leche primera y segunda. Como resultado, el niño no se satisfará y perderá peso, y probablemente tendrá cólicos. Durante las primeras semanas, muchas madres ofrecen ambos pechos en cada toma para ayudar a establecer el suministro de leche.
Mito 10: Si un niño no aumenta bien de peso, es porque la leche de su madre es de baja calidad.
Realidad: Los estudios demuestran que aún las mujeres desnutridas son capaces de producir leche de suficiente calidad y cantidad para suplir las necesidades de crecimiento del niño. En la mayoría de los casos, el escaso peso se debe al consumo insuficiente de leche materna derivado de horarios estrictos, de una inadecuada succión o un problema orgánico del niño.
Mito 11: Cuando una mujer tiene escasez de leche, generalmente se debe al estrés, la fatiga o el bajo consumo alimenticio y de líquidos. Realidad: Las causas más comunes de leche escasa son: tomas poco frecuentes y/o problemas con el afianzamiento y postura del bebé al mamar. Ambos problemas se deben en general a información incorrecta que recibe la madre lactante. Los problemas de succión del niño también pueden afectar de forma negativa la cantidad de leche que produce la madre. El estrés, la fatiga o la mala nutrición rara vez son causas de baja producción de leche, ya que el cuerpo humano ha desarrollado mecanismos de supervivencia para proteger al lactante en tiempos de hambruna.
Mito 12: Una madre debe tomar leche para producir leche.
Realidad: Una dieta saludable y balanceada que contenga verduras, frutas, cereales y proteínas es todo lo que una madre necesita para nutrirse adecuadamente y producir leche. El calcio se puede obtener de una gran variedad de fuentes no relacionadas con los lácteos, como las verduras verdes, semillas, frutos secos y pescados como la sardina y el salmón con espina. Ningún otro mamífero toma leche para producir leche.
Mito 13: Chupar sin el propósito de alimentarse (succión no nutritiva) no tiene objeto.
Realidad: Las madres con experiencia en lactancia aprenden que los patrones de succión y las necesidades de cada niño varían. Aunque las necesidades de succión de algunos niños se satisfacen primordialmente cuando comen, otros niños requieren más succión al pecho, aun cuando hayan acabado de comer hace unos minutos. Muchos niños también maman cuando tienen miedo, cuando se sienten solos o cuando algo les duele.
Mito 14: Las madres no deben prestarse a ser el "chupo de entretención" de su hijo.
Realidad: Consolar y suplir las necesidades de succión al pecho es el diseño de la naturaleza para madres e hijos. Los chupones (chupetes, chupos, bobos, pepes) son un sustituto de la madre cuando ella no está. Otras razones de ofrecer el pecho para apaciguar al niño incluyen un mejor desarrollo oral y facial, la prolongación de la amenorrea, evitar la confusión de succión y estimular una producción adecuada de leche que asegure un índice más elevado de éxito de la lactancia. Y sobre todo, un niño tranquilo que encuentra consuelo en su madre, lo cual fortalece su desarrollo emocional.
Mito 15: La confusión tetina-pezón no existe.
Realidad: La alimentación al pecho y la alimentación por biberón requieren diferentes técnicas orales y motrices. Los chupos o tetinas artificiales proveen una especie de "sobreestimulación" en la que los niños pueden fijarse y preferir al pezón, más suave. Como resultado, algunos bebés desarrollan la confusión de succión y usan técnicas no adecuadas para mamar al pecho cuando se les ha ofrecido biberón y pecho. Esto hace que no sean eficientes obteniendo leche y en ocasiones agrietan a su madre.
Mito 16: La lactancia frecuente puede dar lugar a la depresión postparto.
Realidad: Se cree que la causa de la depresión post parto es debida a las hormonas fluctuantes que se presentan después del nacimiento del niño y que puede agudizarse por la fatiga y por la falta de apoyo social. Sin embargo, se da en mujeres que han presentado problemas anteriores al embarazo. Por otra parte, se sabe que las mujeres que amamantan con frecuencia presentan con menos frecuencia depresión post parto.
Mito 17: Alimentar al niño a demanda no facilita el vínculo maternal.
Realidad: Responder de forma sensible y rápida a las señales del niño une a la madre con su hijo de tal forma que se sincronizan, lo cual crea un vínculo mayor. Adicionalmente, un bebé que no llora porque es atendido con prontitud, no genera situaciones de estrés familiar debido a su llanto.
Mito 18: Las madres que miman a sus hijos demasiado y los llevan demasiado en brazos los malcrían.
Realidad: Los niños a quienes se lleva en brazos a menudo lloran menos horas al día y muestran mayores rasgos de seguridad al crecer. Los bebés necesitan la seguridad de los brazos de su madre más de lo que imaginamos.
Mito 19: Es importante que los demás miembros de la familia alimenten al niño para que también ellos desarrollen un vínculo.
Realidad: Alimentar al niño no es la única forma con la que los demás miembros de la familia pueden acercarse al niño. Cargar, acariciar, bañar y jugar con el bebé son muy importantes para su crecimiento y desarrollo, así como para su vínculo con los demás.
Mito 20: El hecho de que sea el niño quien dirija su alimentación (con la lactancia a demanda) tiene un efecto negativo sobre la relación de la pareja.
Realidad: Los padres maduros se dan cuenta de que las necesidades del recién nacido son muy intensas, pero también, que disminuyen con el tiempo. De hecho, el trabajo en equipo que se realiza al cuidar de un recién nacido puede unir a la pareja conforme ambos aprenden a ser padres juntos.
Mito 21: Algunos niños son alérgicos a la leche materna.
Realidad: La leche materna es la sustancia más natural y fisiológica que el niño puede ingerir. Si el bebé muestra señas de sensibilidad relacionadas con la alimentación, en general se deben a alguna proteína ajena que ha logrado entrar a la leche materna, y no a la leche materna en sí. Esto se remedia fácilmente eliminando el alimento ofensivo de la dieta materna durante un tiempo.
Mito 22: La lactancia demasiado frecuente causa obesidad en el niño cuando él crece.
Realidad: Los estudios científicos demuestran que los niños amamantados autocontrolan sus patrones alimenticios y la cantidad que ingieren, que tienden a consumir la cantidad de leche adecuada para su propio cuerpo. Es la alimentación con biberón y la introducción precoz de alimentos complementarios la causa de que se vean afectados de obesidad al crecer, no la lactancia natural.
Mito 23: Dar el pecho mientras el niño está recostado causa infecciones de oído.
Realidad: Dado que la leche materna es un fluido vivo y lleno de anticuerpos e inmunoglobulinas, el bebé lactante tiene menor probabilidad de desarrollar infecciones de oído, independientemente de la postura que utilice. De hecho, cuando la madre amamanta sentada, el bebé está horizontal en sus brazos. Además, la disposición de los músculos al momento de succionar cierra la comunicación con el oído.
Mito 24: La lactancia prolongada más allá de los 12 meses del niño carece de valor, ya que la calidad de la leche materna empieza a deteriorarse a partir de los seis meses de vida.
Realidad: La composición de la leche materna cambia de acuerdo con las necesidades del niño conforme éste madura. Aun cuando el niño ya es capaz de recibir otro tipo de alimentos, la leche materna es su fuente primordial de nutrición durante los primeros 12 meses. Se convierte en complemento de los alimentos al segundo año de vida. Además, el sistema inmunológico del niño tarda entre dos y seis años en madurar. La leche materna continúa complementando y ayudando al sistema inmune mientras el niño la siga tomando. Investigaciones recientes nos muestran que la leche materna es más rica en grasa y energía después de un año de lactancia: contiene casi 12% más de calorías que la leche de una madre de un bebé recién nacido. Igual sucede con los factores protectores.
Publicado en Leaven, La Leche League International.
Traducción por Norma Escobar y Yanet Olivares. Adaptación para su publicación en Nuevo Comienzo por María Cristina Sáenz en Colombia.

Beneficios de la lactancia

Los beneficios de la lactancia para las madres, uno de los secretos mejor guardados
(Breastfeeding advantages for mothers, the big secret)

Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 14 Numero 1 Año 2002
Por Alicia Dermer, MD, IBCLC.
Realmente pocas personas desconocen los beneficios de la lactancia para los bebés, pero los innumerables beneficios para las madres son a menudo ignorados y hasta desconocidos. Desde el efecto de la oxitocina en el útero hasta la ganancia en calidez emocional, la lactancia da a la madre muchas razones para sentirse a gusto con su decisión. Los efectos, bien documentados están esbozados en este resumen de Breastfeeding Annual International 2001, antología recientemente publicada, y la cual fue editada por Dia Michels, coautor del clásico que defiende la lactancia, Milk, Money and Madness.
Uno de los secretos mejor guardados acerca de la lactancia es que es tan sana para las mamás como para los bebés. No solo permite que la lactancia sea una continuación del proceso que se inició con la concepción y el embarazo, sino que proporciona enormes beneficios para la salud, a corto y a largo plazo. Estos aspectos son pocas veces enfatizados en la consulta prenatal y hasta ignorados en la literatura popular sobre crianza. Miremos los beneficios que la lactancia proporciona a las madres y especulemos por qué tan pocos ven las ventajas.

Efectos fisiológicos de la lactancia
Inmediatamente después del parto, la succión repetida del bebé libera la oxitocina de la glándula pituitaria de la madre. Esta hormona no solo da la señal al seno para que permita que la leche fluya hacia el bebé (lo cual es conocido como “reflejo de eyección” o bajada), sino que simultáneamente produce contracciones en el útero. Estas contracciones previenen la hemorragia post-parto y ayudan a la involución del útero (el regreso a su estado de no embarazo).
En la medida en que la madre amamante exclusivamente sin complementos de fórmula o de alimentos adicionales, o de chupos de entretención, se demora el regreso de sus períodos menstruales (Lawrence and Lawrence 1999). A diferencia de las madres que alimentan con biberón, cuyo período regresa hacia las 6-8 semanas después del parto, las madres que lactan a sus bebés, pueden permanecer amenorreicas por muchos meses. Esta condición tiene el gran beneficio de conservar el hierro en el organismo de la madre y a menudo permite espaciar naturalmente los embarazos.
La cantidad de hierro que el cuerpo de la madre usa en la producción de leche en mucho menor que el que pierde con el sangrado menstrual. El efecto final es un menor riesgo de anemia debido a insuficiencia de hierro en la madre que lacta, en comparación con aquella que alimenta a su bebé con leches artificiales. Entre más tiempo amamante la madre, es más fuerte este efecto (Institute of Medicine, 1991).
Al igual, en lo que se refiere a fertilidad, el método de amenorrea lactacional (MAL) es un método anticonceptivo bien documentado, que brinda un 98-99% de protección contra un nuevo embarazo durante los primeros seis meses de vida del bebé. El período de tiempo entre embarazos que brinda en forma natural el MAL asegura la superviviencia óptima de cada bebé, así como la recuperación física de la madre entre embarazos. Por el contrario, la madre que alimenta con biberón necesita iniciar la protección con un método diferente hacia las seis semanas del parto (Kennedy, 1989).

Beneficios a largo plazo
Cada vez es más evidente que la lactancia proporciona a las madres muchos más beneficios que aquellos durante un corto período después del parto.
Numerosos estudios han mostrado otras ventajas para su salud de las que pueden disfrutar las madres que amamantan. Por ejemplo, perfiles metabólicos óptimos, menor riesgo ante varios tipos de cáncer y beneficios sicológicos.
La producción de leche es un proceso metabólico activo que requiere el uso de 200 a 500 calorías al día, en promedio. Para quemar esta cantidad de calorías, una madre que alimenta a su bebé con biberón debería nadar 30 vueltas en una piscina o montar en bicicleta, colina arriba, durante una hora cada día. Claramente, las madres que lactan tienen una ventaja al perder peso ganado durante el embarazo. Varios estudios muestran que las madres que no lactan pierden menos peso y no mantienen esa condición tan bien como las que si amamantan (Brewer 1989).
Este hecho es especialmente importante para las madres que han tenido diabetes durante el embarazo. Después, del parto, las madres con historia de diabetes gestacional, que han lactado, tienen un menor nivel de azúcar en la sangre que las que no lactan (Kjos 1993). Para esas mujeres que están en un alto riesgo de desarrollar diabetes, la pérdida óptima de peso durante la lactancia, puede hacer que ese menor riesgo de diabetes se traslade a su vida futura.
Mujeres con diabetes tipo I anterior a su embarazo, tienen tendencia a necesitar menos insulina mientras lactan, debido a su reducción en los niveles de azúcar en la sangre. Por otra parte, las madres que amamantan tienen tendencia a tener un alto colesterol HDL (Oyer, 1989). La pérdida ideal de peso, mejora el control del azúcar en la sangre así como el perfil del colesterol bueno debido a la lactancia, lo que redundará, en última instancia, en menor riesgo de problemas cardíacos. Este aspecto cobra especial importancia en poblaciones donde los ataques al corazón son la mayor causa de muerte entre las mujeres.
Otro importante elemento utilizado para producir la leche materna es el calcio. Debido a que las mujeres pierden calcio mientras lactan, algunos profesionales de la salud han creído erróneamente que esto significa un mayor riesgo de osteoporosis para ellas. No obstante, muchos estudios muestran que después de destete, la densidad ósea de las madres que lactaron vuelve a sus niveles de antes del embarazo, y en ocasiones a niveles mayores (Sowers, 1995). A largo plazo, la lactancia da como resultado huesos más fuertes y menor riesgo de osteoporosis. De hecho, estudios recientes han confirmado que las mujeres que no lactaron tienen mayor riesgo de fractura de la cadera después de la menopausia (Cummings, 1993).
Por numerosos estudios realizados con madres no lactantes, se sabe que ellas tienen mayores riesgos de padecer cánceres en el ovario y el útero Es posible que se deba a los repetidos ciclos ovulatorios y la consecuente exposición a más altos niveles de estrógeno debido a la ausencia de lactancia. Se estima que las madres que amamantan de 6 a 24 meses durante su vida reproductiva pueden reducir el riesgo de cáncer del seno entre 11 y 25% (Lyde, 1989; Newcomb, 1994). Este fenómeno puede tener su explicación debido a la supresión de la
ovulación y al bajo estrógeno, así como a un efecto local relacionado con la normal función fisiológica del seno. Esta teoría fue sugerida por un estudio con madres que tradicionalmente amamantaron de un solo seno y tuvieron promedios significativamente más altos de cáncer en el seno que no lactó (Ing, Ho and Petrakis, 2977).
A manera de conclusión. La lactancia reduce los factores de riesgo para tres de las más serias enfermedades de las mujeres: cánceres femeninos, enfermedades del corazón y osteoporosis, sin ningún riesgo significativo para su salud.

Aspectos sicológicos en las madres que amamantan
¿Cómo mide usted la tranquilidad que proporciona tener un bebé que se está desarrollando de manera óptima? ¿Cómo maneja el presupuesto de la leche de tarro y de los incesantes y altos costos médicos?
Los organismos de salud promocionan la lactancia materna debido a las bien documentadas bondades que la leche materna tiene en los bebés, pero no logran convencer a las madres y familias acerca del potencial impacto emocional de esta crucial decisión relacionada con la alimentación de su bebés. En la sociedad occidental, la decisión entre el seno y el biberón se ve todavía como una decisión personal basada en la conveniencia. El posible estrés de vivir con un hijo que se enferma con frecuencia, o la pérdida de ese vínculo único que propicia la lactancia, son a menudo omitidos del proceso de decisión.
La lactancia es mucho más que proporcionar al bebé una nutrición óptima y protección contra muchas enfermedades. La lactancia propicia una interacción única entre la madre y su bebé, una automática cercanía, con contacto piel a piel que le permiten llevar un especial estilo de crianza; las madres que alimentan con biberón deben esforzarse en replicar estas circunstancias. La succión del bebé en el seno produce una condición hormonal particular en la madre. La prolactina, la hormona responsable de la producción de leche, aparece para producir un estado singular de calma en las madres. Se ha visto que las madres que amamantan tienen respuestas menos intensas a la adrenalina (Altemus, 1995).
Este efecto calmante es difícil de medir en sociedades que apoyan poco la lactancia, y donde amamantar más allá de las primeras semanas no es la norma. Las madres que intentan lactar en ese clima a menudo experimentan problemas físicos y emocionales. Ellos son resultado de la falta de modelos en la familia o entre los amigos, e involucran además la gran disponibilidad de las leches de tarro y la falta de acceso a profesionales de la salud que conozcan y apoyen la lactancia.
Aún si la madre logra superar los problemas físicos, posiblemente ella se enfrentará a comentarios negativos como, “¿Todavía lo amamanta?” o “ Tal vez su leche no es suficiente, por qué no le completa con un biberón?” O su jefe puede hacerle imposible continuar con la lactancia al regresar al trabajo. O se puede sentir abochornada de lactar en público. Poco importa que la madre experimente los efectos tranquilizadores de la lactancia. Un nuevo bebé significa momentos cargados de emoción. La “hora gris” (tiempo en que el bebé está intranquilo al final del día) se presenta con frecuencia y a menudo la madre se exacerba por la falta de apoyo y el sentimiento de aislamiento. El impacto de la lactancia en el esfuerzo emocional del post parto no ha sido bien estudiado, pero las madres lactantes con depresión requieren tanto medicamento como las demás. Estas madres presentan un reto único para el personal de la salud. Como los medicamentos pueden pasar a través de la leche materna, muchos doctores creen que el camino más seguro es destetar al bebé. No obstante, en muchos casos, la depresión es más fácil de manejar cuando ellas continúan lactando. Desafortunadamente, con demasiada frecuencia los doctores insisten en que la madre destete su bebé para tomar antidepresivos.
La revisión de la literatura ha demostrado que muchos antidepresivos significan un riesgo mínimo, si es que lo hay, para el bebé que amamanta. La madre que siente que su relación de lactancia con su hijo es lo único que está haciendo bien en su vida, puede continuar lactando mientras recibe medicamentos apropiados para su depresión. Los beneficios a corto y a largo plazo para la madre que amamanta son muchos y valiosos.
Su bebé también recibe ese regalo, tanto para su salud física como emocional. Y algo que es bien difícil de medir, y es otro beneficio, es la felicidad y tranquilidad que parece rodear a la pareja que amamanta. Bien vale la pena buscar ayuda para solucionar los problema que se pueden presentar al comienzo de la lactancia y prolongar esos momentos de felicidad presente y futura.

Por qué más gente no sabe acerca de las bondades de la lactancia?
Claramente, la lactancia es buena para las madres, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Es más, muchas madres deciden amamantar solo por el beneficio que significa para sus bebés. Lo cierto es que en el contexto de la sociedad que alimenta con biberón a sus bebés, la lactancia es vista como algo inconveniente e incómodo.
A menudo, las madres ven la lactancia como un período de martirio que se justifica por la salud de sus bebés. Si destetan pronto, se sienten culpables por no continuar dando al bebé esos beneficios; pero ese sentimiento de culpa se diluye debido a gente bien intencionada que les dice que al bebé le da lo mismo la leche de tarro. Tal vez si saben que continuar amamantando también es bueno para su propia salud, muchas madres no se desalienten ante las dificultades
Muchas mujeres no saben lo buena que es la lactancia para su propia salud. Ya sea por ignorancia o debido a la influencia de los fabricantes de leches industriales, muchos profesionales de la salud no informan a las madres esos beneficios. Es tiempo de que esa información se sepa. En la medida en que se sepan estos pequeños hechos que benefician a las madres, ellas no escogerán simplemente lactar unas pocas semanas para dar al bebé esa inmunidad tan importante, sino que tal vez decidan continuar lactando más tiempo por los beneficios para sus bebés y para ellas mismas.
* Alicia Dermer es doctora y consultora de lactancia, profesora asociada al departamento de Medicina Familiar de la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey en Estados Unidos. Participa activamente en conferencias y programas de educación sobre lactancia; tiene numerosas publicaciones sobre el tema. Adaptado para Nuevo Comienzo por María Cristina Sáenz, en Bogotá, Colombia.

Leche Materna

Leche materna: el mejor alimento... y mucho más
(Breast Milk: the best food and much more)
Por Waleska Porras, Administradora Regional de Publicaciones en Español. Liga de la Leche, Costa Rica

Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 14 Numero 2 Año 2002

La lactancia materna es la primera oportunidad que tiene una mujer para asegurar la salud, bienestar y felicidad que toda madre desea para sus hijos. Un bebé que es puesto al pecho de su madre a los pocos minutos de nacer, además del valioso calostro, que es una múltiple "vacuna" natural, recibe una cálida corriente de amor, una espontánea sensación de paz y seguridad similar a la que ha estado acostumbrado durante tantos meses dentro del vientre. Es una manera dulce, bella y saludable de darle la bienvenida a este mundo. Durante los primeros meses, el bebé necesita varias de las condiciones que le ayudaron a crecer dentro del útero. Una de ellas es estar muy cerca de su madre, sentir la seguridad de su presencia, el calor de su piel, escuchar los latidos de su corazón, y el timbre de su voz. Al estar en los brazos de su madre, alimentándose con su leche, recibe esto y mucho más.

VENTAJAS PARA EL BEBE
El pecho materno reemplaza a la placenta en las funciones de brindar al bebé alimento y protección. La leche materna es indiscutiblemente el alimento ideal para su bebé, y el único que él o ella necesita durante los primeros seis meses de vida. Además de proporcionarle todos los nutrientes necesarios para crecer, es como una barrera que le brinda protección extra contra todo tipo de infecciones y enfermedades, entre ellas: infecciones en el oído, infecciones respiratorias, diarrea, alergias, diabetes, obesidad, esclerosis múltiple, enfermedades virales y bacterianas e incluso algunos tipos de cáncer como la leucemia y el linfoma. Las niñas amamantadas también reciben protección contra cáncer de mama.
Además tienen menos problemas de caries y de deformaciones dentales. Los bebés que toman el pecho utilizan más de veinte músculos de la cara y la mandíbula, y los ejercitan más del doble que los bebés que toman biberón. Esto es muy importante porque "prepara" la boca, la lengua y la garganta para formar los sonidos necesarios para el lenguaje. Los especialistas en la enseñanza del lenguaje sostienen que si un niño o niña puede hablar claramente, el aprendizaje de la lectura se le facilita. Las ventajas físicas que reciben los bebés mediante la leche materna son sólo una parte de los muchos beneficios de ser amamantados. Actualmente se le está prestando mucha atención a la manera en que la lactancia ayuda a establecer una relación sólida y afectuosa entre la madre y su bebé.

VENTAJAS PARA LA MADRE
La lactancia no sólo beneficia al bebé, sino también a la madre. Al dar el pecho inmediatamente después del nacimiento del bebé, el útero se contrae y se reduce el riesgo de una hemorragia. También ayuda a que la placenta sea expulsada con mayor rapidez. La succión del bebé al tomar del pecho en las primeras semanas después del parto ayuda al útero a regresar más rápidamente a su tamaño natural.
La lactancia materna es una manera natural de planificación familiar. Una madre de un bebé menor de seis meses, que amamanta en forma exclusiva, de día y de noche (sin dar biberones con leche artificial o cualquier otro líquido, ni chupos de entretención) rara vez resulta embarazada antes de que su bebé esté listo(a) para recibir alimentos complementarios, o sea alrededor de los seis meses de edad. Mientras no aparezca la menstruación, o algún indicio de ella (como pequeñas manchas) quiere decir que la mujer no está ovulando y por lo tanto no puede quedar embarazada. Una vez aparezca la menstruación, se debe recurrir a otros métodos anticonceptivos.
Además, amamantar reduce el riesgo de cáncer de mama, de ovarios y osteoporosis. Y otra buena noticia: también ayuda a recobrar la silueta con mayor facilidad, ya que el cuerpo de la madre lactante utiliza alrededor de 400 a 500 calorías extras diariamente. La comodidad y la economía de tiempo y recursos también son aspectos a favor de la lactancia. Nada que comprar, nada que esterilizar, nada que calentar. En cualquier lugar y a cualquier hora puede alimentar discretamente a su bebé. Y ni hablar de la cantidad de dinero que se ahorra al dar el pecho. Se estima que los padres de un bebé alimentado con leche artificial gastan por lo menos el 35% de los ingresos mensuales en la compra de fórmula solamente (esta relación es calculada tomando el salario mínimo de los trabajadores costarricenses como base). Esto, sin tomar en cuenta el costo de los biberones, tetinas y la electricidad.
Además de todas estas ventajas, existen también beneficios emocionales. El cuerpo de una mujer que está lactando produce oxitocina, conocida también como "la hormona del amor", ya que despierta en la madre una sensación de bienestar y sentimientos muy fuertes de cuidar, amar y proteger a su bebé. Esto la ayuda a responder mejor a las necesidades de su hijo o hija. Otra hormona que producen las madres lactantes es la prolactina, la cual la ayuda a estar más tranquila y relajada.
Otro beneficio para las madres que amamantan es que, debido a que los cambios hormonales que sufren sus cuerpos después del parto son más graduales cuando se da el pecho, la depresión postparto, en caso de darse, suele ser mucho más leve y fácil de manejar. Y otro detalle importante: una madre lactante se ve "obligada" a descansar cada vez que se sienta o se acuesta con su bebé para alimentarlo, lo que le permite relajarse y disfrutar de momentos de paz y tranquilidad varias veces durante el día.
O sea, pues, que una madre que amamanta a su bebé recibe muchas recompensas a cambio de un esfuerzo relativamente pequeño. Los bebés amamantados, por su parte, se convierten en niñas y niños sanos, independientes, de autoestima alta, seguros de sí mismos, cariñosos, inteligentes y felices. Y al final de cuentas, ¿no es eso lo que todas las madres deseamos para nuestros hijos e hijas?

El Calostro si es Bueno

Información Especial
El calostro SI es bueno
(The Calostrum is good)
Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 19 Numero 1 Año 2007
En muchos países las madres creen que el calostro, esa primera leche que produce una madre cuando su hijo nace, es inadecuada para el bebé. Hay la creencia de que es mala, que no alimenta y hasta que hace daño al bebé; que es un “líquido” que se debe desechar.
Nada más alejado de la realidad. El calostro contiene células vivas, circunstancia que lo hace muy parecido en su composición a la sangre. Por ejemplo, contiene linfocitos que protegen al bebé contra muchas bacterias y virus.
Es rico en inmunoglobulinas: cada litro de calostro contiene 12 gramos de IgA, que protegen al bebé especialmente de problemas intestinales y que a medida que el bebé crece, va disminuyendo en cantidad1.
Estos anticuerpos protegen al bebé contra virus y bacterias sin que él tenga que gastar energía para hacerlo, dedicando todos sus esfuerzos a crecer.
Lactoferrina, que tiene la capacidad de matar las bacterias, lactalbúmina, lisozymas, carbohidratos, lípidos, citokinas, nucleótoidos, factores de crecimiento, vitaminas, minerales y otros componentes que suman más de 60, de los cuales 30 solo se encuentran en la leche materna, la componen; se interrelacionan unos con otros para ayudar al bebé a fortalecerse y a responder a las agresiones del medio ambiente.
Por eso, los primeros días:
- Amamante con frecuencia y lo más pronto posible después de que el bebé nace.
- Si no es posible amamantar al bebé en las primeras horas, trate de extraer con la mano o con un extractor eléctrico unas gotas de calostro mientras el bebé puede amamantar por sí mismo.
- Tome suficiente líquido, el que sea necesario para quitarle la sed. Ingiera comidas nutritivas.
- Duerma al menos una siesta durante el día.
- Deje que el bebé coma cada vez que desee, sin imponerle un horario. Los bebés comen cuando lo necesitan.
- Si el bebé amamanta cada vez que desea, toma el calostro, esa primera leche con mucha proteína, y poca grasa y carbohidratos. Es todo lo que él necesita durante los primeros días.
- No se asuste si siente que tiene poco calostro. Es lo normal. El calostro se produce en muy pequeñas cantidades, entre 1 y casi 3 cucharaditas al día. Esa cantidad de calostro es todo lo que el bebé necesita.
- Alojar al bebé en el mismo cuarto de la madre, desde el hospital, permite que ella perciba con rapidez sus señales de hambre sin dejarlo llorar.
- Muchos bebés recién nacidos piden comer con frecuencia, y demoran muy poco en el seno. Podríamos decir que, a la vez que el bebé toma el calostro, se está entrenando para la succión más adelante y está indicando al seno sus necesidades de alimento.
- Rodéese de personas que la apoyen y la animen. La mejor ayuda que usted puede encontrar es para ayudarla con el oficio del hogar y la atención de los demás miembros de la familia.
- Las visitas los primeros días pueden legar a ser agobiantes para muchas madres. Limitarlas unos días conviene al descanso de la madre y propicia el conocimiento de la nueva pareja.